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Pobreza en Chile: ¿Qué pasó al final?

7 diciembre, 2010

Debo decir que estoy más confundido que como diría una Miss «el inventor de la confusión» -Confucio según la sabiduría del modelaje-, con todo esto de las mediciones de la pobreza.

De ser un país que había fracasado en la reducción sistemática de la pobreza y que a pesar de la fuerte inversión en gasto público, ésta había aumentado en los últimos 3 años, pasamos a ser un país que había logrado seguir la tendencia de baja disminuyendo cerca de 3 puntos en los últimos años. En un par de meses, de la crítica a los despilfarros en políticas públicas e ineficiencia de los programas sociales, pasamos a la crítica a la manipulación política de la CASEN y a la falta de rigurosidad y validez del instrumento al no seguir las recomendaciones de la CEPAL.

Estoy confundido, porque quien dirigió mis primeras misiones universitarias, motivándonos a encontrar a Cristo en los demás -quizás esta fue volada mía nomás-  y ahora es nada menos que un Ministro de Estado cree que para sensibilizar a los empresarios hay que contratar a un actor -que parece sacado de la academia del Pato Achurra- que interprete a un mendigo, a un «muerto de hambre».

Estoy confundido, porque el gobierno actual sale elegido democráticamente enarbolando frases como «erradicar la pobreza» y «ponerle candado a la puerta giratoria». Estos conceptos se refuerzan al ver que los señores ministros que debiesen trabajar con la pobreza y la delincuencia no ven a una persona en ellos… para complementar el desatino de Kast recuerdo las arcadas de Bulnes al pasar por el baño de la ex penitenciería, conociendo por primera vez -al parecer- lo que era una cárcel.

Estoy confundido, porque no sé qué pasó con la pobreza. ¿Aumentó? ¿Disminuyó?

Estoy confundido, porque no sé si me interesa este dato, no sé si me interesa la CASEN o la CEPAL o la OCDE o el CDUC o la KKCK…

Dentro de tanto caldo de cabeza creo que hay un par de claridades:

1. La CASEN surgió y será un instrumento político a lo cual no le importa en lo más mínimo conocer a los pobres ni menos ayudarlos.

2. La pobreza no existe, ni los pobres, sólo existen mujeres, hombres y niños que viven en situaciones deplorables, que son marginados y pisoteados, que no son defendidos de la droga ni de la delincuencia, que son excluidos de los buenos colegios, que son engatuzados con bienes que no necesitan y esclavizados por créditos usureros.

3. Que no le creeré a nadie que me prometa «erradicar», «eliminar», «superar», etc. la pobreza, la delincuencia y tantas otras cosas, sino a aquellos que trabajen con las mujeres, hombres y niños que viven en las condiciones antes mencionadas y quieran que ellos con nombre, con rostro y con historia puedan vivir mejor aunque esto implique un sacrificio para quien lo profesa.

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